Las imágenes quedan bajo un velo antiguo cuando retrocedemos en el tiempo, pero las sensaciones permanecen intactas hasta el día de hoy:
Las puertas abiertas…
El amor por el sonido básico del tambor…
Y el placer de enseñar y aprender…
Esas son las piedras filosofales que perduran en el pecho de cada Santukero…